viernes, 14 de noviembre de 2008

El virus de "El club de la comedia"

Todos, tenemos una vocación frustrada, yo quería ser zoólogo de pequeño, otro querría haber sido bombero y algún otro catador de vinos. Pero lo que creo que absolutamente todos, principalmente el género masculino, anhelábamos ser unos grandes humoristas. El Buenafuente de turno o los nuevos Cruz y Raya. Personas tan divertidas que nada más abrir la boca con una de nuestras ingeniosísimas ocurrencias la gente se partiera de risa. Ahhh, pero eso está al alcance de poca gente, yo conozco a un par de esos... tres si me estiras. Eso si he de reconocer que todos lo intentan. Son los que en el bar yo llamo, "El club de la comedia". Gente que nos alegran el día con sus chascarrillos siempre tan oportunos, si el restaurante está vacío: "que!¿que has hecho con la gente? he he he... ¿se han ido al de al lado?" si tienes la barra llena de gente pidiéndote a la vez: "Espabila! que estás dormido! he he he, dame un Euro y me voy a otro bar he he he!", "los he visto más rápidos y los han despedido! he he he". Sin olvidar el originalísimo "Paella no... pa mi" y el siempre de tan buen gusto "el conejo con pelo o sin pelo" (los viejos rockeros nunca mueren).
Ahora hay situaciones en los que el virus de "El club de la comedia" se extiende y se convierte en epidemia digna de acordonamiento y bomba nuclear y esta se dio ayer. Os pongo en situación: las 14:15 del mediodía en un restaurante con 90 personas de capacidad y al que han decidido venir casi de golpe 120, hasta ahí nada nuevo, no es la primera vez, corres como un loco y mas o menos vas sobrellevando el tema, pero a esa fatídica hora la cafetera de la que depende el cortado de las 60 personas que quedan por pasarles los cafés dice "¡se acabó!". En ese momento tu único deseo es que el cielo caiga sobre nuestras cabezas y así nadie se queda sin su café. El automático salta, carreras para un lado, para otro, "¡que le pasa a la maldita cafetera!". Pero ahí es cuando la fiebre del virus sube y llega a su máximo exponente, todo el mundo en el bar te anima en ese momento y lo que mas se oye es "que! que has roto ya?! he he he", "pues mira que eres torpe! he he he", "si es que no sirves ni para hacer cafés! he he he", . En ese instante, sin poder parar de reír, agradeces que la gente te alegre la vida con su humor.